Como cada año, la familia salesiana de Málaga se reunía un viernes de cuaresma entorno a la cruz de Jesús para orar y meditar las estaciones del Vía Crucis.
Este año, con carácter extraordinario debido al 125 aniversario de la casa, el Cristo de las Penas de la Hermandad Salesiana, la Cofradía del colegio, presidió de forma excepcional el acto que se desarrolló por las calles aledañas al centro, y no alrededor del patio como viene siendo habitual.
A las 20 horas salía el crucificado de las puertas del Santuario de María Auxiliadora hacia el patio para ser entronizado y así ser portado por unos 40 hombres y mujeres de trono. El Señor fue portado en su mayoría por jóvenes, que además de pertenecer a la Hermandad Salesiana, muchos de ellos eran aspirantes a SSCC, jóvenes del MJS, padres del AMPA, alumnos del colegio, AAAA, entrenadores de ADESA, etc. Sin duda alguna bajo el Cristo de las Penas se encontraba bien representada la totalidad de la casa salesiana de Málaga.
Animados por el magnífico coro que anima las eucaristías de los domingos, con cantos como Ubi Charitas, Nada nos separará, Nada te turbe, etc., los fieles se ponían en camino por su barrio para rezar publica y bien profundamente el Vía Crucis. La preparación de cada estación correspondió a un grupo diferente de la casa, además de las cofradías del barrio de Capuchinos que fueron también invitadas junto con la casa de las salesianas de Marbella, el Arciprestazgo y la Asociación de vecinos del barrio. Cada estación, durante la reflexión al pasaje propio del evangelio nos planteó como modelo de santidad a Santos, Beatos y Venerables salesianos, incluyendo al malagueño cooperador Don José Gálvez Ginachero, cuya causa ya ha superado la fase diocesana. Tras el rezo de cada estación, cada cruz fue incorporándose al cortejo para así ir dibujando el objetivo del Vía Crucis: la santidad es algo alcanzable por todos, es nuestro último fin.
Son remarcables don fotografías al acabar el rezo. Una primera, la que formó el Cristo de las Penas a los pies de la Auxiliadora rodeado de 14 cruces con nombres propios, cruces que se completaron con el recuerdo de César Fernández, por quien se ofreció el Vía Crucis con la esperanza de que ya goce de la presencia del Padre y su martirio sea semilla de nuevos pescadores de hombres.
La segunda, se tomó al día siguiente en la Casa de Hermandad de la Cofradía. Durante los días previos al Vía Crucis, y durante el rezo del mismo por las calles, se recogió material escolar que irá destinado a la Fundación Proyecto Don Bosco, y para sorpresa de todos, varias fueron las cajas que se necesitaron para empaquetar toda la bondad recibida por los vecinos del barrio una vez más.
En definitiva, en los corazones de todos los que vivieron el acontecimiento, retumbaba el mismo sentir: he acompañado a Cristo y a su Madre en su amargo camino a la Cruz. Y para los cofrades salesianos no puede haber alegría más grande que ser capaces de acercar a Jesús a través del Cristo de las Penas. Objetivo cumplido.
Francisco Javier Garrido Hernández.