Don Bosco en España

Publicado: 04/02/2017

Administrador Web

Por José D. Farré Portales

Pues sí, Don Bosco estuvo en España. Y la España que visitó se rindió a Don Bosco de una manera apasionada y total. El fundador de los salesianos pasó un mes en Barcelona en 1886. Hoy les hablaré, mis queridos amigos lectores, de esa visita y sus circunstancias. Si gustan, pasen y lean.


 

En 1886 Don Bosco ya estaba con la salud muy quebrantada, fallecería en 1888, pero aún conservaba todo su magnetismo personal y su fama de santo era ya inmensa. Además su método educativo, el Sistema Preventivo, contaba ya con la admiración de medio mundo. Su sistema educativo es la gran obra de Juan Bosco. Un verdadero monumento de humana pedagogía que seguimos aplicando con éxito tantos años después a lo largo y ancho de nuestro planeta, en 132 países, no solamente en colegios sino en oratorios y centros juveniles, en casas y hogares de acogida, en parroquias y obras salesianas que están en contacto con jóvenes.

Y hay que decir, además, que su pedagogía tiene un fuerte componente social, que unido al espíritu evangelizador, le da su gran fuerza. El Sistema Preventivo está dedicado al trabajo con jóvenes explotados, abandonados o desfavorecidos. Los salesianos, aun cuando atienden a alumnos de todo tipo y origen, tienen su razón de ser en el “rescate” de chavales jóvenes que de otro modo se convertirían en “carne de cañón” para una sociedad capitalista que devora la dignidad de las personas, y más la de los jóvenes sin autoestima, formación ni cualificación.

Es, por tanto, la educación un resultado del amor. Decía Don Bosco: “Sin amor no puede haber confianza y sin confianza no puede haber educación”. Cuando el  alumno se siente en un ambiente familiar en el que es querido y aceptado como persona ( y pensemos en los primeros alumnos de los colegios salesianos : niños abandonados, desechos de la sociedad de su tiempo) se produce el milagro por el que el maestro tiene con seguridad en sus manos el corazón del alumno y puede con procedimientos suaves, sin choques ni sacudimientos, llevarlo hacia el bien, la cultura y la religión.

Prevenir impidiendo con cariño que se tuerza el arbolito de las almas infantiles y juveniles. Don Bosco, que conocía bien las cuatro cárceles de Turín, sabía que una vez torcida una vida es muy difícil de enderezar. Es mejor prevenir. Y hacerlo con cariño y sin violencia. Y con alegría.

Todo esto ya estaba en las mentes de los que, el 8 de Abril de 1886, esperaban expectantes en la estación de ferrocarril la llegada de un tren con un vagón especial en el que viajaban Don Bosco y su fiel secretario Don Viglietti. Barcelona era, junto a  Málaga, una de las primeras ciudades españolas en donde la juventud sufre la explotación de la industrialización.  Dos años antes ya se había fundado en Barcelona el colegio de Sarriá y la benemérita obra salesiana ya era conocida en toda la ciudad. Don Bosco se entregaría en cuerpo y alma a una intensa visita llena de satisfacciones y de reconocimientos. Hoy la habitación en la que residió Juan Bosco está convertida en una hermosa capilla de estilo modernista.

Las “Memorias Biográficas”, en el volumen XVIII ofrecen una crónica detallada de cada uno de  los días que Don Bosco permanece en la ciudad condal. Y nos presentan a un hombre agotado y extenuado, sí, pero inmensamente feliz de ver cómo lo rodean y lo quieren los chicos y los grandes.

El Correo Catalán se hace eco de este ambiente. “Barcelona entera, representada por todas las clases sociales, ha recibido con alegría la visita de un sacerdote cargado de méritos, al que damos nuestra cordial bienvenida”. Fue, ciertamente una visita de una actividad ingente, de muchas recepciones y entrevistas con los bienhechores que están haciendo posible que la obra salesiana crezca en Sarriá: doña Dorotea Chopitea, don Luis Martí-Colomar y don Narciso Pascual, entre otros. Las crónicas de aquellos días recogen cómo había masas de gentes que querían conocerle y recibir su bendición. Dignatarios eclesiásticos, superiores religiosos y autoridades  civiles le presentaron sus respetos. La gente de la nobleza compite por tenerle como invitado.

También recibe la donación que se le hace de los terrenos de la cumbre del Tibidabo, que es la colina más alta del entorno de Barcelona y goza de una vista impresionante de la ciudad, sus alrededores y el mar. El 5 de Mayo Don Bosco recibe un diploma en el que se hace constar la donación de la propiedad a fin de que los salesianos edifiquen allí un templo consagrado al Corazón de Jesús. Hoy el templo es una hermosa realidad y un visible recuerdo de esta memorable visita.

Don Bosco finaliza su visita el 6 de mayo, partiendo en tren desde una estación atiborrada de personas de todas las clases sociales que desean recibir su última bendición. Juan Bosco marcha cansado y agotado pero muy feliz por la acogida que había recibido en España. Una España que abría sus brazos a la obra de los salesianos, que habían fundado por primera vez en Utrera en 1881, y eran invitados a fundar en todas las regiones de una nación deseosa de recibir a los hijos de Don Bosco y los beneficios del Sistema Preventivo para sus jóvenes necesitados de formación y autoestima.

José Diego Farré Portales. Profesor del Colegio Salesiano de Málaga

Publicado en DIARIO SUR  28-1-2017    Pg.40

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