Carta de José Luis Aguirre Macías, Vicepresidente de la Fundación Don Bosco, dirigida a todas las personas cercanas y que participan de esta entidad salesiana.
El título que he escogido para esta carta ronda en mi cabeza desde hace meses, desde que el Sr. Inspector me propuso un NUEVO horizonte para trabajar con los jóvenes más necesitados. Pongo también como encabezado, la misma cita que Don Domingo puso en su carta de despedida, la número 37, aludiendo al papel de la Familia Salesiana como portadora de continua NOVEDAD en la actualización del carisma de Don Bosco.
Después de estos 5 años prestando este servicio como Vicepresidente de la Fundación Don Bosco, he de deciros que afronto este nuevo horizonte con inmensa gratitud. En tiempos de escasez, habéis sido para mí, el rostro vivo de la providencia, en gestos, palabras, en donación de personas, de vuestro tiempo y sobre todo, de vuestra riqueza espiritual, que es mayor que la material, que también compartís la mayoría. En este año que la Inspectoría dedica de un modo especial a reflexionar sobre nuestra dedicación a los últimos en cada uno de los ambientes de nuestras obras salesianas, he de decir que tenemos mucho trabajo por delante, precisamente porque Dios quiere hacer nuevas todas las cosas, pero, gracias a vuestra generosa colaboración y al trabajo profesional y vocacional de más de 400 trabajadores, nuestra fundación celebrará también su XX aniversario, el 26 de octubre, con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Alejandro Guevara, el nuevo vicepresidente, al ser también el Delegado Inspectorial de Familia Salesiana, aporta además de su calidad personal, un valor añadido, del que no dudo que se beneficiarán nuestros destinatarios. Le he pedido permiso, por las fechas en las que nos encontramos, para dirigiros esta última carta, la décima que escribo en estos 5 años, y darle paso para que continúe esta serie iniciada por Don Domingo, y que tanto bien me ha hecho escribiros.
Hemos sido testigos recientemente de la celebración de la XXV edición del “Campamento de los primeros”. Un campamento, que al no poder celebrarse en Campobosco, ha tenido que mover “sus tiendas” a otras instalaciones, duplicando el coste que supone, cada año, para la Fundación y para la Inspectoría. En el año en el que más participantes ha tenido (78), la Familia Salesiana, una vez más, como en los inicios de este campamento, ha mostrado su rostro más solidario, permitiendo que estos jóvenes de 8 nacionalidades pudieran disfrutar de unos días de ocio y de formación en un entorno de gran belleza como es la Sierra de Galaroza. A este campamento hay que añadir la celebración del 25 aniversario en el que han participado más de 100 personas, entre los que estaban alrededor de una veintena de jóvenes que formaron parte de las primeras generaciones del campamento, allá por el verano de 1993, cuando Paco Fernández Mármol y Pepe González, se aventuraron a dar respuesta a los jóvenes de nuestros campos de trabajo que no encajaban en ninguna otra oferta estival. Os puedo asegurar que me impresionaban sus rostros de felicidad al ver las fotos y al abrazar a sus antiguos animadores. En los ojos y en las facciones de algunos de ellos se podía leer que las circunstancias por las que pasaban seguían siendo duras, pero otros manifestaban sin pudor que el campamento les había cambiado la vida. Gracias Familia Salesiana y hermanos salesianos, por hacerlo posible.
Y después de este hermoso verano, llego a Canarias con el corazón partido. En el abrazo de despedida de cada joven se me pasaban por la mente, en milésimas de segundo, tantas horas dedicadas a razonar con ellos sus caídas y lo importante que era volver a levantarse con la cabeza alta, tantas horas dedicadas a rezar por sus situaciones de miseria y animarles a que ellos hagan lo mismo por las suyas y por las nuestras, tantas a quererlos, cuando el mensaje al que están acostumbrados es que sobran a este lado de la orilla, esa orilla que tantas vidas han dejado detrás y que tanto les ha costado alcanzar.
Pero también en mi vida, y en la vida de nuestra joven Fundación, Dios hace nuevas todas las cosas. En las pocas semanas que llevo en las islas, me encuentro un territorio que ha crecido exponencialmente en su dedicación a los últimos. Las tres hermosas obras salesianas que hay en las dos islas han crecido en significatividad. La Fundación Don Bosco como un árbol que extiende sus raíces, se encuentra presente, llevando el nombre de nuestro santo, en multitud de periferias a las que pocos quieren acercarse. Con la admiración y el apoyo de las instituciones, sus trabajadores y voluntarios llegan a cientos de personas a las que va calando ese mensaje de que su vida puede cambiar, y que no sabemos cómo, pero hay ALGUIEN que está detrás, empujando, para hacer nueva cada situación, cada tragedia, cada fracaso, dotando de esperanza cada esfuerzo de cambio, cada pequeño logro y recuperando la fe en sí mismos y en un futuro que deja de ser incierto.
“Para muestra un botón”, en mi anterior carta, escrita en el mes de enero, os decía “la trágica noticia de los 7 jóvenes magrebíes que han muerto hace pocos días al encallar su patera en la costa norte de Lanzarote, me animan a escribiros la carta Nº 48”. Hace apenas dos meses hemos abierto, a petición del Cabildo de Tenerife un CAME, centro de acogida de menores inmigrantes, donde ya comparten vida con nosotros 8 jóvenes, 6 de ellos magrebíes, que esperaban también una respuesta a sus incertidumbres en el norte de Lanzarote. Os confieso que, al conocerlos hace un par de días, son ellos, una vez más, los que me han recordado que tenía que escribiros.
Inmerso ya en esta nueva misión, os invito a hacer propio el lema Inspectorial “Primero, los últimos” y a dejar que, a partir de ellos, Dios haga nuevas todas las cosas… en cada una de vuestras vidas. ¡Hasta siempre, y siempre gracias!
José Luis Aguirre Macías
Ex-Vicepresidente de la Fundación Don Bosco